En 2010 las cabezas de Nike vio unos bocetos de Dylan Raasch (creador), sin un convencimiento neto y casi con una mueca de conformismo le dieron una «chance» a la zapatilla que hoy ocupa los primeros puestos en venta de la marca del swoosh.
Una zapatilla basadas en los conceptos de un zen master, diseñada en 3 sencillas partes. Mesh en la bota, phylon en suela y la plantilla escalonada que te hace sentir como si volaras. Raasch su creador dijo, que la roshe ocupa un lugar importante dentro del mercado. No solamente por ser una zaptilla barata, sino por ofrecer prestaciones imposibles de igualar por precios semejantes. Consideren que una Roshe en nuestro pais oscila en los $1200, casi lo mismo que una converse y créanme que no es la misma experiencia.
Una zapatilla que nuclea conceptos de sportswear y detalles de skate. Reversionada en casi todos los materiales que nike ofrece, y en vísperas de la roshe two, los sneakerheads alrededor del globo se regocijan en su comodidad.
Mis primeras roshe me llegaron de rebote, porque me habían regalado un par de Suketo y las tuve que cambiar por las roshe One flyknit . Llegue a la tienda y realmente no había nada convincente y me las probé. Comodidad, estilo y precio; algo que hoy escasa en lo que materia sneakerhead respecta. Es más, en enero estuve durante 3 semanas girando por el viejo continente y necesitaba una zapatilla que tolerase condiciones adversas. Las camine durante tres semanas para no estrenar los pares que iba adquiriendo, y les digo algo? A penas las cepillé con el limpiador al volver y parecían apenas estrenadas.
Roshe One, un fenómeno necesario.